Factores que pueden propiciar la aparición de resistencias a los antibióticos
- Los tratamientos innecesarios (gripe, resfriado, muchas otitis, faringitis y bronquitis…)
- Tratamientos a dosis demasiado bajas (“me tomo un poco menos por si acaso”)
- Tratamientos suprimidos demasiado pronto (“ya me encuentro bien y lo dejo”)
- Tratamientos inadecuados: el antibiótico escogido no era el más eficaz contra la bacteria causante de la infección (típico de la automedicación)
¿A quién puede afectar las resistencias a los antibióticos?
Puede afectar a todo el mundo. Pensando en Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, podemos recordar algunas de sus palabras referentes a los antibióticos:
“Excepto para una persona alérgica, la penicilina no tiene ningún efecto adverso para el paciente y no hay que preocuparse por una sobredosis. En cambio, puede haber peligro en tomar una dosis menor que la necesaria, ya que esto puede hacer a los microorganismos resistentes a la penicilina”.
Puso el siguiente ejemplo: “un hombre con una infección en la garganta que toma penicilina, pero no la necesaria para matar a los estreptococos y en cambio sí la suficiente para educarlos a resistir a la penicilina. El hombre infecta entonces a su esposa, que desarrolla neumonía y es tratada con penicilina. Como los estreptococos ya son resistentes a ésta, el tratamiento falla y la esposa muere”.
Con ocasión de ganar el Premio Nobel de Medicina en 1945 por su descubrimiento, Alexander Fleming explicaba a través de la BBC lo siguiente:
"Hay reglas sencillas para el uso de la penicilina: usarla sólo para los microorganismos que sean vulnerables a ella, aplicar la dosis indicada, y que el tratamiento dure lo suficiente para eliminar la infección; siguiendo estas reglas, todos quedarán satisfechos; de lo contrario, el resultado será decepcionante".
Se ha visto en los últimos años una mayor tasa de resistencias entre los mayores de 65 años, personas recientemente ingresadas en un hospital, personas inmunodeprimidas, personas en contacto con niños de guardería, personas que han recibido recientemente diversos tratamientos con antibióticos. España es uno de los países de la U.E. con las tasas de resistencia a los antibióticos más altas.
Los antibióticos son los únicos medicamentos cuyo mal uso puede perjudicar a terceras personas. Conservemos nuestro tesoro
Hemos vivido la edad de oro de la antibióterapia, hemos visto como la mortalidad por determinadas infecciones, antes prácticamente incurables (tuberculosis, fiebre reumática, gangrena…) desaparecía, hemos visto reducirse la mortalidad por infección en más de un 70%, hemos visto reducirse la mortalidad infantil, desarrollarse la cirugía de manera vertiginosa…Hemos asistido a un “milagro” en la medicina…Y luego hemos perdido la paciencia ante la enfermedad y hemos perdido la sensatez en la aplicación de recursos para controlarla. Hemos vulgarizado y banalizado los antibióticos que son los fármacos “más técnicos” y complejos de utilizar que existen en nuestro arsenal terapéutico.
“Urgencias médicas”, responsabilidad y conciencia social
Nadie va a morir porque en la farmacia le nieguen la venta de un antibiótico sin receta, al contrario puede ser que a largo plazo estemos salvando vidas al preservar la utilidad de tan valioso recurso. Los médicos en sus consultorios y en los servicios de urgencia –NUNCA POR TELÉFONO-, gracias a sus conocimientos de patología infecciosa, de medicina interna y de terapéutica microbiana, son quienes deben decidir si hay que tomar o no un antibiótico y cuál.
El caso de la amoxicilina: la indicación y la posología
La amoxicilina –por poner un ejemplo- no es una “aspirina”, no puede tomarse al menor síntoma, no puede tomarse a demanda: “ahora una pastilla”, “ahora dos”, “hoy no me la tomo y pasado mañana sí”… La amoxicilina, como todos los antibióticos que luchan contra el crecimiento bacteriano, exige unas dosis determinadas, unas pautas concretas de administración en el tiempo y una duración concreta del tratamiento. Y además como todo antibiótico sólo se vende con receta médica.
Conclusión
Los antibióticos son unos medicamentos muy utilizados en procesos agudos de vías respiratorias y en procesos otorrinoloaringológicos porque se piensa que “si no hacen nada tampoco perjudican”
Esto no es cierto, ya que con cada tratamiento antibiótico, se destruyen las bacterias sensibles pero se van quedando las bacterias resistentes al mismo, que se van seleccionando progresivamente y que serán las que provocarán las futuras infecciones en el mismo individuo que tomó el antibiótico, o en otros individuos que se relacionaron o se cruzaron con él y adquirieron la bacteria patógena (a través de la respiración, la tos, un apretón de manos, etc.)
Así, las nuevas bacterias resistentes se van propagando por toda la sociedad de una ciudad, región o país. Es por ello que el consumo irracional de éstos fármacos es el único que puede ser perjudicial para terceras personas.
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