Es decir que las personas seguimos teniendo unos hábitos alimentarios propios de épocas en que el desgaste físico del organismo y por tanto sus necesidades nutritivas y energéticas eran mayores. Consumimos más calorías de las que realmente necesitamos. En definitiva, comemos demasiado para lo poco que nos movemos.
Los países en vías de desarrollo son los más afectados por esta tendencia pues es en ellos donde los cambios en el estilo de vida y la alimentación se están produciendo de un modo más rápido. La llegada de modas como la comida rápida (¿comida basura?) y las bebidas azucaradas, que se implantan de golpe y cambian radicalmente los hábitos dietéticos, tiene efectos desastrosos sobre la salud de las personas.
Pero tampoco los países desarrollados se salvan de esta epidemia. En USA las tasas de obesidad en adultos y en niños han llegado a niveles alarmantes. Incluso la hipercolesterolemia (niveles de colesterol elevado en la sangre) es en ese país un problema en la población infantil.
Tampoco en Europa nos salvamos. A continuación podemos ver un mapa con los datos de la incidencia de la diabetes en la UE.
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