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Cepillado dental: Ayuda a eliminar los restos de comida que quedan en la boca.

Salivación: ayuda a mantener un microclima en el que no proliferen las bacterias.

Dieta: Los azúcares de los alimentos son el sustento de los microorganismos presentes en la cavidad bucal, y su descomposición en ácidos es lo que los hace dañinos para el diente. La miel, las mermeladas, los caramelos, los caramelos blandos que se adhieren con facilidad a los espacios interdentales, los caramelos que se introducen en las cavidades o surcos situados entre los dientes, son los alimentos de los que no hay que abusar, cuando no evitar, pues son particularmente dañinos. Si éstos alimentos se consumen entre las comidas principales su efecto negativo se multiplica. Procurar no picar entre horas. Algunos edulcorantes de los chicles, como el xilitol, protegen frente a la caries.
También la fibra tiene un efecto protector de la caries, pues ayuda a eliminar los microorganismos que se encuentran entre los dientes (manzana, zanahoria masticadas crudas…)
Las proteínas también tienen una cierta actividad cariostática gracias a su contenido en el aminoácido lisina (comprobado en los esquimales cuya dieta es muy rica en proteínas cárnicas).
La ausencia de vitamina D, la vitamina B6 y el selenio tienen un efecto cariogénico.
El vanadio y el molibdeno protegen frente a la caries.

Fluoración: Uno de los principales pilares en la prevención de la caries es el flúor. El flúor posee una acción protectora, tanto endógena como tópicamente, sobre el esmalte dental. Por desgracia se encuentra en muy pocos alimentos ( pescados, agua salada, té, sal fluorada, leche fluorada…) siendo su consumo principal a través del agua corriente de las ciudades (1,5 mg/l). El flúor por vía sistémica se acumula en los tejidos calcificados y disminuye la solubilidad de la hidroxiapatita formando fluoroapatita, más resistente. Aumenta la formación de cristales más perfectos y impulsa el paso de calcio amorfo a hidroxiapatita. El diente se hace así menos vulnerable al ataque del ácido.
Por vía externa el flúor estimula la formación de fluoroapatita, tiene propiedades antibacterianas sobre los microorganismos de la placa.
Son importantes los dentífricos fluorados (150-250 mg de flúor por cada 100 g. de pasta (1000 ppm)) o los colutorios y chicles empleados después de las comidas principales para prevenir la aparición de caries dental.
A veces por prescripción facultativa se utilizan por vía interna tabletas y gotas de flúor, o geles y soluciones fluoradas aplicados tópicamente por el propio odontólogo en las visitas regulares.
Hoy en día en Cataluña más de un 70% de escolares siguen un programa de fluoración en las escuelas para aumentar la resistencia del esmalte dental y fomentar la adquisición de buenos hábitos de higiene bucodental.
Hay que utilizar para los niños colutorios de concentración de flúor adecuada para ellos, para evitar la fluorosis, pues ingieren mucho colutorio y mucha pasta dentífrica.
A partir de los 6 años el niño debe realizar enjuagues regularmente un colutorio fluorado.

Cepillado de los dientes: Cepillarse los dientes y las encías con dentífricos fluorados después de cada comida, y sobre todo antes de acostarse (cuando la capacidad remineralizadora y tamponante de la saliva es mínima), es fundamental para la prevención de la caries.
Los niños deberían adquirir éste hábito a partir de los 2 años de edad.
Es mejor utilizar cepillos de tamaño pequeño para que puedan llegar alas zonas más inaccesibles de la boca.
La duración mínima del cepillado debe ser de 3 minutos. Existen diversas técnicas de cepillado, pero para garantizar la efectividad de cualquiera de ellas deberemos realizar movimientos vibratorios y de desplazamiento que nos permitan alcanzar todos los rincones del diente y de las encías. Se aconseja cepillar también la lengua, por ser un lugar donde pueden acumularse microorganismos. Realizar un buen aclarado que arrastre y elimine todos los residuos.
Cambiar regularmente el cepillo –cada 3 meses aproximadamente-. Un cepillo desgastado impide un correcto cepillado y dificulta la llegada de las cerdas a as zonas de difícil acceso. Los reveladores de placa pueden ayudarnos a saber en que zonas debemos insistir en el cepillado.
Los colutorios llevan alcohol (20% o menos), los enjuagues bucales no llevan alcohol.

Hilo dental, cepillos interdentales: Útiles para una limpieza más minuciosa de los espacios interdentales y debajo de la línea de la encía, donde difícilmente puede accederse con el cepillo. Mover con suavidad el hilo entre dos piezas dentarias de arriba abajo (hasta el borde de la encía) por cada uno de los lados de la pieza dental, hasta que se hayan limpiado los dos lados de todos los dientes. De esta forma la placa y el sarro que aún no ha endurecido puede eliminarse. Enjuagar también tras la limpieza.

Realizar como mínimo una vez al año una visita al odontólogo, para verificar el estado de las piezas dentarias y la realización de una higiene bucal completa., imprescindible para eliminar el sarro adherido a los dientes.

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