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¿Qué es el Chaga?

El Chaga (Inonotus obliquus) es un hongo comestible, parásito de los abedules (Betula spp), que crece en los bosques septentrionales cercanos al polo norte, en países como Rusia, Corea, la península escandinava, los países bálticos, el norte de los Estados Unidos y en Canadá. Es un remedio de la medicina tradicional siberiana y del norte de Europa, por lo menos desde el siglo XVI, habitual en culturas ancestrales como los Ainu (norte de Japón y Rusia, al sur de las islas Kuriles), los Khanty (Siberia occidental) y las Naciones Originarias (Canadá), entre otras. Al igual que la Melena de león, se ha empleado tradicionalmente en el norte de Europa en infusiones en agua de polvo concentrado (infusión llamada zavarka).

Imagen grande: Chaga en un abedul. Tocekas. Imagen pequeña: Hábitat geográfico del Chaga. Nemetsy

Las enfermedades más habituales para las que se utilizaba eran el cáncer, la tuberculosis de los huesos, infecciones virales y bacterianas, limpieza del hígado, gastritis, úlceras y como antiséptico para la limpieza de heridas. En el norte de Europa, especialmente en Siberia, hay enormes masas de abedules. Allí es donde es más fácil encontrar Chaga silvestre. A partir de los años 60 científicos rusos y finlandeses comprobaron la sorprendente eficacia de este hongo para el tratamiento de diversos tipos de cáncer. Estos estudios fueron el inicio de un interés creciente por el Inonotus obliquus, que ha ido aumentando de manera exponencial hasta el día de hoy.

Otro hecho que puso el Chaga en el centro de atención, fue la publicación en 1968 de una de las obras más conocidas del premio Nobel ruso Aleksandr Solzhenitsyn, donde hacía diversas referencias a la utilización de este hongo. El Chaga se convirtió entonces en un hongo de gran popularidad. Se popularizaron también los nombres tradicionales que, debido a sus virtudes medicinales, los siberianos le habían dado: perla negra o diamante de los bosques.
 

Ciclo vital, cultivo y recolección

El Chaga es un hongo que vive como parásito de árboles caducifolios de hoja ancha, abedules principalmente. Infecta al árbol a través de heridas en su corteza y durante años desarrolla una estructura negra y dura como un tubérculo -esclerocio-, con aspecto de carbón quemado (nariz de carbón) de forma irregular y del tamaño de una piña, al que se denomina chaga. Bajo la corteza, llegan a desarrollarse clamidosporas estériles. Las clamidosporas son esporas no reproductivas de paredes gruesas, que desarrollan algunos hongos para poder sobrevivir en condiciones desfavorables. Este proceso puede durar de diez años hasta más de ochenta, de manera paralela a la decadencia del árbol. Cuando el árbol muere se forma un cuerpo fructífero -micelio reproductivo- que crece bajo su corteza y que es muy difícil de encontrar. Este micelio produce y libera basidiosporas reproductivas, viables y con capacidad infectiva, que crecerán en otro abedul (ver esquema debajo).

Esquema: Ciclo vital del Chaga. Farmacia GermanaR​.

Curiosamente, en el caso de este hongo la parte recolectada que se utilza en medicina no es el micelio reproductivo, sino el esclerocio, que de hecho es una estructura de resistencia a las condiciones externas adversas. El color marrón oscuro característico del Chaga se debe a su elevada cantidad de melanina, el mismo pigmento que hace que nuestra piel se broncee con el sol.

El cultivo del Chaga no es tan sencillo como el de otras especies, como la Melena de león. A día de hoy la recolección en los bosques escandinavos y siberianos mayoritariamente, es la principal fuente de obtención del Chaga. Este hecho, combinado con el reciente interés académico por este hongo, que ha desatado una auténtica fiebre de su explotación comercial, puede llegar a poner en peligro de extinción al Inonotus obliquus. No obstante, en la actualidad ya se están desarrollado técnicas productivas de micelio en biorreactor con cierto éxito, pero el espectro de principios activos con actividad biológica puede variar sustancialmente de un Chaga silvestre a un Chaga cultivado.
 

Principios activos del Chaga

Este hongo destaca especialmente por su cantidad y variedad de polisacáridos, sustancias moduladoras del sistema inmune, de gran interés. También contiene terpenoides y compuestos fenólicos. Se han identificado en el Chaga muchas otras sustancias entre las que podemos citar el inotodiol, la ergotioneína, la betulina o el ácido betulínico, este último con una gran capacidad antioxidante.

El extracto es la forma concentrada ideal en la que podremos utilizar con más provecho las biomoléculas activas del Chaga, pues puede ser obtenido usando tecnologías sostenibles, sin desnaturalizar sus compuestos, dando lugar a un polvo perfectamente estandarizado. En los extractos encontraremos una mayor concentración de las sustancias de interés, y por tanto, un efecto más potente con mucha menos cantidad de materia.

Polisacáridos

Los polisacáridos son conocidos desde hace muchos años por las funciones estructurales y energéticas que tienen en todos los organismos vivos. Se forman por la unión de al menos diez monosacáridos -azúcares simples- mediante unos enlaces denominados glucosídicos, formando cadenas que pueden ser lineales o ramificadas.

En el Chaga la mayoría de polisacáridos son proteoglicanos, lo que quiere decir que contienen un porcentaje de proteína en su composición que puede variar del 2% al 33%. También se encuentran polisacáridos puros, sin proteína. Otro tipo son los polisacáridos ácidos, con un porcentaje de un 22% de ácido urónico. Cuando se han analizado estos polisacáridos se han encontrado distintos monosacáridos en diversas proporciones: ramnosa, arabinosa, xylosa, manosa, glucosa y galactosa.

Fórmula química de un proteoglicano. Imagen: Prithason at English Wikipedia.

Las propiedades asociadas a los polisacáridos del Chaga son múltiples, pero destacan especialmente sus capacidades inmunoestimulante, anticancerígena e hipolipemiante, seguramente consecuencia de su capacidad antioxidante.

Estas propiedades podrían ser debidas, además, a la asociación de los polisacáridos, mediante un enlace covalente, a otro tipo de sustancias, como pueden ser las proteínas, los lignanos o la melanina. Esta última sustancia también parece tener un papel importante en las propiedades biológicas del Chaga.

Terpenoides

Los terpenoides -terpenos modificados por oxidación y/o nitrogenación-, son moléculas existentes en la mayoría de los vegetales y hongos, formadas por la combinación química de varios isoprenos -un lípido simple- y por lo que muestran diversos ensayos, son unos de los componentes responsables de los efectos anticancerígenos del Chaga. Los más habituales en todos los hongos son los terpenoides tetracíclicos del tipo del lanostano, que pueden evolucionar de modo fácil a una estructura de esteroide. Entre ellos encontramos el ácido oblíquico o el inotodiol, que son exclusivos del Chaga. Otros triperpenoides comunes a muchas otras plantas y hongos, como el peróxido de ergosterol, el β-sitosterol, el ácido betulínico y el ácido oleanólico, también pueden encontrarse en el Chaga.

Fórmulas químicas del ácido betulínico y del inotodiol. Imagen inotodiol: Jatlas.

Las principales actividades biológicas de los terpenoides serían: antioxidante, antiinflamatoria, inmunomoduladora, hepatoprotectora y antihiperuricemiante (para bajar el ácido úrico en sangre). Algunas de estas acciones las realizan a través del control de la transcripción de genes, por lo que podemos considerarlos como auténticos modificadores de la respuesta biológica (BRM, siglas del inglés biologic response modifiers) de la célula.

Compuestos fenólicos

Los compuestos fenólicos son comunes a la mayoría de vegetales y hongos, donde tienen funciones de defensa, pigmentación, envío de señales e incluso estructural. Amplios estudios con estos componentes han llegado a la conclusión de su enorme utilidad en nuestra dieta diaria y de su prácticamente nula toxicidad.

Fórmula química de las estirilpironas Feligridina E y Inoscavina B. Imagen: Han Peng and Fereidoon Shahidi.

Los compuestos fenólicos son por lo general moléculas pequeñas que pueden contener de seis a dieciocho átomos de carbono. Los tipos principales que vamos a encontrar en el Chaga son las cumarinas, los flavonoides, los ácidos fenólicos, las estirilpironas, los lignanos y diversas moléculas de pequeño tamaño. Las actividades biológicas asociadas a los compuestos fenólicos del Chaga son la antiinflamatoria, la antioxidante, la antivírica, la anticancerígena y la inmunomoduladora.

Otras sustancias

También podemos encontrar en el Chaga una gran variedad de minerales: boro, calcio, cobalto, cobre, cromo, estroncio, hierro, magnesio, manganeso, níquel, selenio y zinc. Otras sustancias presentes en el Chaga incluirían alcaloides, ácidos y ésteres orgánicos, alcanos, alcoholes, aldehídos y aminoácidos.

Las sutancias activas del Chaga y los porcentajes de las mismas van a variar según el Chaga sea silvestre o de cultivo, y entre los silvestres va a haber diferencias entre los hongos recolectados en diferentes países y en diferentes entornos naturales.
 

Actividad biológica y utilidad terapéutica

A continuación hacemos un breve repaso de las principales utilidades terapéuticas del Chaga, basadas en las investigaciones realizadas hasta la actualidad, pero que no cesan de crecer.

Antitumoral

En la década de los 60, científicos finlandeses, americanos y rusos estudiaron los extractos del Chaga en diferentes procesos, y de todas sus actividades biológicas, lo que más captó la atención de los investigadores fue su actividad antiproliferativa en distintos tipos de cáncer. Se han realizado estudios in vitro con diversos tipos de extractos de este hongo, y todos ellos han proporcionado resultados prometedores:

  • Extractos de Chaga en metanol mostraron actividad citotóxica en cultivos celulares de cáncer de pulmón.
  • Extractos de Chaga en agua/etanol (30/70), inhibieron el crecimiento in vitro tanto de células de cáncer de mama, como de células de cáncer de pulmón, células de cáncer de cuello de útero y células de cáncer de hígado.
  • Extractos de Chaga en petróleo y éter, mostraron in vitro una capacidad antiproliferativa similar a la del quimioterápico doxorrubicina.

También se han valorado los efectos antitumorales del Chaga in vivo, en diversos modelos animales. La administración a ratones con melanoma de un extracto acuoso de Chaga intraperitoneal, inhibió de manera significativa el crecimiento de la masa tumoral. También se obtuvieron resultados similares al administrar extracto de Chaga a ratones con sarcoma.

En medicina clínica, se ha dado a conocer un estudio en una mujer de 49 años con cáncer de mama triple negativo, en el que se llegó a la curación, utilizando para su tratamiento una combinación de extractos de Chaga y de Ganoderma lucidum (Reishi). Esta paciente recibió también Chaga a dosis bajas en la fase de radioterapia, y sus marcadores de inflamación se mantuvieron bajos durante todo este tratamiento.

Esta actividad anticancerígena podría deberse a la capacidad de este hongo de inhibir la mitosis, deteniéndo el ciclo celular de las células cancerígenas. Esto se conseguiría gracias a que los extractos de Chaga pueden actuar tanto en el citoplasma como en el núcleo de las células, inhibiendo o estimulando selectivamente la producción de diversas proteínas, como las enzimas antioxidantes o la proteína p53, esta última involucrada en el control de la división y destrucción programada -apoptosis- de la célula. Mediante un mecanismo aún no completamente establecido, cuando hay una mutación en el genoma -ADN- de la célula, se activa el gen p53 que codifica a esta proteína, la cual ante el peligro de cancerización del tejido, frenará la división celular y ordenará la autodestrucción o apoptosis de la célula que contiene la mutación. Es posible que las mutaciones en el gen p53, que codifica esta proteína, hagan que las células cancerosas se multipliquen y se diseminen sin control por el cuerpo. De hecho alrededor de un 50% de todos los tumores humanos tienen mutaciones en el gen p53.

En muchos de estos estudios se ha observado que durante el tratamiento con extractos de Chaga se inhiben los niveles, tanto citoplasmáticos como nucleares de ciertos mediadores de la inflamación, como por ejemplo el NF-κB (factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas), β-catequina; y también los niveles citoplasmáticos de ciclooxigenasa-2 (COX-2), citoquinas: interleuquina-6 (IL-6), interleuquina-1β (IL-1β), factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), interferón gamma (IFN-γ) o la óxido nítrico sintasa (iNOS). Esto demostraría que el efecto antiinflamatorio juega también un papel importante en la capacidad anticancerígena del Chaga.

Otros investigadores por su parte, piensan que estos efectos antiinflamatorios están mediados por las células del sistema inmune, como demostrarían sus estudios in vitro. Parece entonces que el efecto anticancerígeno del Chaga dependería de diversos mecanismos, como el control de la transcripcion de determinados genes y los efectos antiinflamatorio, inmunomodulador y antioxidante, este último que enseguida vamos a ver.

Antioxidante

Nuestra respiración es un proceso aeróbico -lo que quiere decir que interviene el oxígeno- que es fundamental para nuestro metabolismo energético, pero durante este proceso imprescindible para la vida, se originan de manera paradójica sutancias que son nocivas para nuestras células y tejidos, como son las especies reactivas del oxígeno (ROS) y los radicales libres, que poseen una gran capacidad de oxidación. Para anular los efectos oxidantes de la actividad respiratoria y metabólica normal, nuestro organismo posee una serie de enzimas antioxidantes como la catalasa (CAT), la superóxido dismutasa (SOD), la glutation peroxidasa (Gpx), la tiorredoxina y otras sustancias antioxidantes como el glutation (GSH), el ácido ascórbico (vitamina C), los tocoferoles (vitamina E), el ácido úrico, la bilirrubina o también los compuestos fenólicos procedentes de la dieta (de los vegetales principalmente), que contrarrestan de modo natural a las ROS y a los radicales libres.

Sin embargo factores ambientales como la radiación, las toxinas ingeridas o inhaladas, la tensión, la ansiedad, el estrés, la falta de sueño, la hiperglucemia o la obesidad, van a producir un exceso de radicales libres que nuestro organismo por sí mismo, ya no va a ser capaz de contrarrestar y van a desembocar en una inflamación crónica y un daño celular, que de prolongarse mucho en el tiempo, pueden llegar a producir enfermedades graves como la diabetes o el cáncer en sus diversas manifestaciones. Veremos el mecanismo de tumoración al hablar de la inflamación, con la que los procesos oxidativos están íntimamente relacionados.

En este sentido, los extractos de Chaga, al igual que los extractos de la mayoría de hongos medicinales, estimula la actividad de la mayoría de los antioxidantes antes mencionados, poseyendo una gran capacidad antioxidante. De hecho, el Chaga es más antioxidante que cualquier otro hongo e igual de antioxidante que la vitamina C, a la misma concentración.

Se ha observado el hecho de que los extractos de Chaga se comportan de modo diferente dependiendo de si la célula sobre la que actúan es normal o es cancerígena. Así, en una célula normal, van a estimular la actividad antioxidante de la propia célula y también van a actuar directamente para contrarrestar los radicales libres y las ROS. En cambio en la célula cancerígena van a bloquear la actividad enzimática antioxidante y van a estimular la oxidación celular, consiguiendo de esta manera la activación del proceso de muerte programada celular -apoptosis-, que nos va a proteger de la formación de tumores (ver esquema debajo).

Esquema de la actividad antioxidante selectiva del Chaga. Farmacia GermanaR.

Antiinflamatorio

La inflamación es una respuesta fundamental de nuestro sistema inmune ante un daño celular causado por un traumatismo, un microorganismo patógeno o una sustancia irritante. Las células dañadas liberan citoquinas, y de este modo la inflamación le va a indicar al sistema inmune en que lugar ha de actuar para reparar los daños.

La inflamación va a tratar de reparar el daño causal. Este proceso curativo implica por un lado, la apoptosis de las células dañadas del tejido afectado, lo que significa que las células inmunes (neutrófilos, eosinófilos, basófilos, macrófagos, células dendríticas, mastocitos y linfocitos) van a producir más citoquinas y más radicales libres, con el fin de lograr esta eliminación. Por otro lado, para sustituir este tejido necrótico, se va a estimular la proliferación contínua de las células sanas. No obstante, a veces la inflamación se cronifica, dando lugar a enfermedades graves como son la enfermedad cardiovascular o el cáncer.

En efecto, una inflamación que se prolonga demasiado en el tiempo, va a suponer una anormal proliferación de células en un microambiente cargado de sustancias oxidantes, de monocitos y de todas las células secretoras de mediadores de la inflamación; un tejido que no acabará de curarse nunca, con abundancia de factor de crecimiento (y angiogénesis) derivado de las plaquetas (PDGF), factor básico de crecimiento de los fibroblastos (FGF), factor de crecimiento transformante alfa y beta (TGFα y TGFβ), restos de bacterias, virus, toxinas, especies reactivas del oxígeno y del nitrógeno, que en definitiva van a suponer un ecosistema propicio para provocar daños y mutaciones en el ADN celular, y por lo tanto, un riesgo aumentado de tumoración.

Por ello, el tratamiento de las inflamaciones crónicas, va a ser también importantísimo para evitar un posible proceso cancerígeno a largo plazo. Es aquí donde la utilización del Chaga como complemento nutricional cobra toda su importancia pues ha probado en ensayos, tanto “in vitro” como “in vivo”, unas excelentes propiedades antiinflamatorias, siendo capaz de disminuir o modular los niveles de mediadores de la inflamación tan variados como el óxido nítrico (NO), la proteínquinasa activada por mitógenos (MAPKs), las proteínas transductoras de señal y activadoras de la transcripción (STATs), el interferon gamma (IFNγ ), el factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas (NF-kB) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α).

Antidiabético

Uno de los grandes retos de salud en la actualidad es la hiperglucemia, síntoma común de las diabetes tipo I y II, cuyo mantenimiento prolongado en el tiempo conduce a graves complicaciones en el organismo como son, la mayor susceptibilidad a las infecciones por una disfunción del sistema inmune, la cetoacidosis diabética y finalmente graves daños en diversos tejidos y órganos (neuropatía, angiopatía, retinopatía, nefropatía, etc).

El hongo Chaga puede ayudar al tratamiento de la hiperglucemia, un problema que aumenta día a día en los países desarrollados especialmente y para el que no hay todavía un tratamiento totalmente eficaz. Un estudio clínico proporcionó datos que indicaban unos mejores valores de glucemia y un menor deterioro del endotelio vascular después de las comidas, en enfermos de diabetes tipo II que tomaron un extracto de Chaga. Otro estudio “in vivo” con ratones diabéticos, permitió observar una mejora de la mayoría de los parámetros bioquímicos sanguíneos (glucosa, colesterol, triglicéridos, LDL-colesterol, insulina) y una regeneración de las células beta del páncreas, las encargadas de fabricar la insulina.

Esclerocio estéril o “Chaga” recolectado del árbol. Imágen: Tad Montgomery.

El efecto hipoglucemiante se justificaría, una vez más por las propiedades antioxidantes del Chaga y por su capacidad para regular la expresión de los receptores activados por proliferadores perixosómicos gamma (PPAR-γ ), factores de transcripción que disminuyen la resistencia a la insulina.

Otras actividades biológicas del Chaga

En diversos ensayos “in vitro”, los extractos de Chaga han demostrado poseer propiedades antivíricas, antibacterianas y antifúngicas.
Otras actividades biológicas observadas y que siguen en estudio son, su capacidad de inhibición de la actividad plaquetaria y la disminución de los niveles de ácido úrico.
 

Efectos secundarios

Son prácticamente inexistentes.

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